Los que me conocéis personalmente, sabéis que aún siendo murciano he sentido más atracción por toda corriente rupturista con la estética tradicional salzillesca e incluso me consideraría partidario de una segunda renovación artística sin perder por supuesto, la herencia del escultor Francisco Salzillo de la mano de los continuadores de su estilo. José Planes, Juan González Moreno o Capuz son tres escultores que captaron mi atención en varias escapadas a Hellín, Cieza, Cartagena, Lorca, Jumilla, Madrid o Elche; pero a día de hoy mi predilecto es el consagrado Mariano Benlliure (1862-1947), valenciano de origen afincado en la capital nacional. Sumido en una exitosa carrera artística marcada por la obra profana o "no religiosa", cuatro urbes (Zamora, Málaga, Cartagena, Crevillente) fueron las que convirtieron al maestro Benlliure en uno de los referentes de la imaginería de la última centuria; tras varias décadas recibiendo encargos tales como monumentos, mausoleos de personajes ilustres o retratos para particulares.
En este grupo figuran trabajos tales como Accidenti! (abajo izq.), pieza premiada con la medalla de plata en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1884 que representa a un monaguillo que se lleva los dedos a la boca después de quemarse con un incensario que yace a sus pies; el Monumento a Isabel la Católica, inaugurado en la ciudad de Granada en el año 1892 con motivo del CD aniversario del Descubrimiento de América (12 de octubre de 1492), en el que se representa el momento de la entrega de las Capitulaciones de Santa Fe al navegante Cristóbal Colón por parte de la reina Isabel de Castilla, acordándose los términos de la expedición a las Indias que desencadenaría el hallazgo de un nuevo continente; el grupo al que tituló Idilio (abajo derecha), firmado en 1894 e inspirado en la obra Apolo y Dafne del escultor Gian Lorenzo Bernini expuesta en la Galería Borghese de Roma, el cual escenifica el mito erótico de Dafnis y Cloe debido a la autoría del novelista Longo; o el mausoleo de Joselito "El Gallo" concluido en 1924, un auténtico cortejo fúnebre en bronce en el que resaltan el cadáver del matador portado a hombros y la gitana que abre la comitiva portando una pequeña talla de la Esperanza Macarena, Titular de la hermandad homónima vinculada estrechamente al difunto torero venerada en aquel entonces en la iglesia de San Gil de Sevilla.
En la temática sacra, especialmente en sus obras cristíferas, Benlliure plasmó con acierto la divinidad a la vez que la humanidad de Cristo; teniendo en cuenta que a pesar de tratarse del Hijo de Dios, no dejaba de ser hombre. No hay duda que el escultor valenciano hizo gala de su posterior título de máximo exponente del realismo decimonónico, manteniendo la postura de que la fisionomía de estas obras debía asemejarse lo máximo posible a la verdadera del Rey de los Judíos, dotándolas de rasgos estereotipados semitas como la nariz aguileña o la faz alargada; logrando su objetivo al contar con un modelo único para algunas efigies de la última etapa de su trayectoria: un joven de origen judío.
Su primera toma de contacto con la escultura pasionaria se produciría en plena adolescencia (1877-79) cuando aceptó realizar El Descendido (abajo izq.) para la ciudad de Zamora con solo quince años de edad, con el mecenazgo del ingeniero Federico Cantero Villamil. Solo con observar la fotografía llegamos a la conclusión de que su ejecución supuso un reto colosal para Benlliure, concibiendo un grupo conformado por ocho imágenes talladas en madera policromada: Jesús en brazos de María, ubicada junto a José de Arimatea al pie de la cruz vacía; en presencia de María Magdalena, María Salomé, María de Cleofás, San Juan y Nicodemo. Realmente asombra la maestría al manejar la gubia de un adolescente ejecutando una obra escultórica con destino a una influyente Semana Santa como es la zamorana, para la que posaron miembros de la familia Benlliure con el fin de conseguir esa fuerza expresiva que transmiten las piezas que integran este conjunto. Dadas las dimensiones de las imágenes y el complejo factor de la talla de algunas en un mismo bloque, hubo que derribar un muro de la morada de Benlliure para efectuar el traslado a Zamora; algo que no agradó a su casero, por lo que la familia del escultor se vio obligada a buscar otro hogar.
Está claro que El Descendido de Zamora le abrió las puertas del mundo de la imaginería procesional, pero la extraordinaria calidad artística del grupo no fue un logro que encasilló a Mariano Benlliure en la temática religiosa como si hicieron otros escultores ante la incesante demanda. De hecho no sería hasta el año 1931, poco más de medio siglo después, cuando entrega Redención (arriba derecha) para la zamorana Cofradía de Jesús Nazareno "Vulgo Congregación". El valenciano creó una composición estéticamente opuesta al resto de patrimonio semanasantero de Zamora, y por ende a El Descendido. En este grupo, Benlliure abrazó el naturalismo mostrando el que fue uno de los sellos identitarios de su producción: los rasgos semitas. En Redención, Cristo no es idealizado; sino representado como un varón judío supuestamente a imagen y semejanza del verdadero. Siguiendo con las comparaciones, la gama cromática es totalmente distinta a la de El Descendido, predominando los colores térreos que le confieren cierta calidez y naturalidad a la obra. Como percibimos, Redención escenifica la quinta Estación del Vía Crucis en la que Simón de Cirene ayuda a Cristo a cargar la cruz, completando este sublime conjunto de perspectiva lateral la desolada María Magdalena. Aprovechando la vista lateral de la obra, el escultor colocó en la cruceta del madero un nimbo-espejo dorado que permite la visión del perfil derecho de la talla cristífera a la vez que hace alusión a la divinidad de Jesús. Estrenada en la madrugada del Viernes Santo, 3 de abril del año 1931, fue salvada milagrosamente de la oleada anticlerical desencadenada tras la proclamación de la República al mes siguiente y agudizada en el verano de 1936 con el estallido de la Guerra Civil. A día de hoy, Redención es uno de los iconos de la imaginería procesional española.
La buena crítica de Redención daría paso a la última etapa de la trayectoría artística de Benlliure en plena Segunda República, uno de los periodos oscuros de la historia contemporánea de nuestro país. El 12 de mayo de 1931, justo un mes después del triunfo de la izquierda en las grandes ciudades en las elecciones generales que instauró la República, ardían iglesias y conventos a lo largo y ancho de la geografía nacional. La ciudad de Málaga fue una de las más afectadas por esta oleada anticlerical, desapareciendo obras de incalculable valor artístico y devocional. En el caso de la parroquia de Santo Domingo, fueron destruidas imágenes como el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas de la Congregación de Mena, obra del escultor Pedro de Mena (s. XVII); o el Nazareno del Paso de autor anónimo (s. XVII). Sin Titular, la Archicofradía del Paso y Esperanza acudió al consagrado Benlliure encargándole la efigie del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso (abajo izq.) que hoy en día procesiona cada Jueves Santo; sobresaliente obra que al igual que sucedió con Redención en la ciudad de Zamora, rompió con la estética de la imaginería sacra malagueña. El escultor valenciano desde un principio se negó a gubiar una réplica, frente a la intención de la institución de adquirir una copia del Nazareno incendiado en 1931. Finalmente, la archicofradía cedió y Benlliure triunfó con su original propuesta concluyendo en el año 1935 una pieza cristífera en la que el autor acentuó la fisionomía semita, un Cristo de tez cetrina que le otorga mayor realismo al asemejarse al tono de piel de los judíos. El autor potenció la sensación de abatimiento del Nazareno del Paso a través de la mirada cansina y la boca entreabierta, aunque al mismo tiempo la redujo con la ausencia de hematomas y llagas; centrándose más bien en plasmar la naturaleza divina de Cristo encarnada en la imagen, la cual fue resguardada en el taller de Benlliure durante los tres años de conflicto bélico en la Madrid sitiada por los sublevados y controlada por la Junta de Defensa frentepopulista. Un elemento de esta talla que varía a la hora de su puesta en escena es la cruz. La original de Benlliure es un madero plano, fiel a la idea defendida por el escultor acerca de la sencillez de las obras de Arte; el cual fue sustituido por una suntuosa cruz de orfebrería. Esta imagen protagoniza el acto de la Bendición cada madrugada de Jueves Santo en la plaza de la Constitución, impartiéndola al pueblo de Málaga con su brazo derecho articulado a los sones del Himno Nacional. Desde su llegada a la ciudad en 1940 hasta el año 1988, recibió culto en la iglesia de Santo Domingo; venerándose en la actualidad en la Basílica Menor de la Esperanza.
Recordemos que con anterioridad a la Guerra Civil, Mariano Benlliure realizó para Málaga la estatua del Marqués de Larios (1899) y el Nazareno del Paso (1935), recibiendo infinidad de elogios. En el año 1939, la Archicofradía de la Expiración deposita su confianza en el valenciano para ejecutar una nueva talla del Santísimo Cristo de la Expiración (arriba derecha) que sustituyera a la gubiada por el artista mallorquín Ferrer Tous. Estamos ante una obra escultórica de tamaño mayor al natural para la que Benlliure tomó de modelo a un joven de origen judío con el fin de continuar la línea estética iniciada con Redención en el año 1931, representando a Cristo en el momento justo que pronuncia la Última Palabra: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". El crucificado queda integrado en un conjunto alegórico, único; cuya iconografía hace alusión a la Redención, plasmada en la figura del pelicano que remata el arca plateada que guarda la arena teñida de sangre de los defensores caídos en el asedio al Santuario de Santa María de la Cabeza de Andújar (1936-37), el cual a la hora de alimentar a sus crías se hacía un corte a la altura del pecho; del que brotaba la sangre que ingieren éstas, haciendo alusión al sacrificio del Mesías y la sangre redentora emanada de su costado. La alegoría es completada por las efigies encapuchadas que simbolizan los pecados sobre los que Cristo triunfó: el Demonio, la Carne y el Mundo. Originalmente, el Santísimo Cristo de la Expiración iba clavado a una cruz plana, similar a la primitiva del Nazareno del Paso que talló el mismo Benlliure hacia 1935; datando la actual del mismo tiempo que el trono de Casa Granda (1943). En su extenso catálogo, la que sería su última obra para tierras malagueñas merece especial reconocimiento al tratarse de uno de los dos crucificados vivos que firmó el anciano Benlliure, junto al Crucificado que realizó en 1943 para el Santuario de la Cabeza de Andújar (Jaén).
A raíz de la hechura del Santísimo Cristo de la Expiración fueron sucediéndose los encargos para distintos puntos de la geografía española, compaginando la imaginería con el tema taurino que tanto le apasionó. La Marina de Guerra y el Marqués de Fuente de Sol fueron los principales artífices de la reposición patrimonial de Cartagena que depositaron su confianza en Mariano Benlliure, encargando la Armada la imagen del Santísimo Cristo de la Fe para la iglesia del Carmen en 1940; mientras que el Hermano Mayor de la Cofradía California se hizo cargo de los trámites de adquisición de nuevas piezas escultóricas (algunas en sustitución de las destruidas en 1936, debidas a la autoría de Salzillo); realizando Benlliure el Cristo del Prendimiento (1942) y las cabezas de los soldados romanos que lo flanquean (1944), la Santísima Virgen del Primer Dolor (1946), San Juan Evangelista (1946), el Ósculo (1946) a excepción del criado Malco, el Cristo de la Flagelación (1947) y el de la Entrada de Jesús en Jerusalén (1947), el cual iba a formar parte del conjunto de la Santa Cena proyectado por Benlliure aunque debido a su repentina muerte fue ejecutado por su discípulo García Talens.
Paralelamente, la familia Magro se convertiría en mecenas del escultor valenciano en la localidad de Crevillente (Alicante). Para su Semana Santa, Benlliure gubió las imágenes de Nuestro Padre Jesús Nazareno (1944) que, al igual que el Nazareno del Paso de la ciudad de Málaga, imparte la bendición con su brazo derecho articulado además de compartir el elemento del nimbo-espejo dorado con el Nazareno de Redención que firmó para Zamora en 1931; la talla de María Magdalena (1945) ubicada a los pies del Santísimo Cristo de la Victoria en su trono procesional; el Santísimo Cristo de Difuntos y Ánimas (1945), réplica en madera del crucificado de mármol realizado por el mismo autor en 1915 para el panteón de los Duques de Denia del cementerio de San Isidro de Madrid; el Santísimo Cristo Yacente (1946), inspirado en el que gubió para Ontinyent (Onteniente) hacia 1943; la Virgen de los Dolores (1946), "gemela" de la Santísima Virgen del Primer Dolor de los Californios de Cartagena; Las Tres Marías y San Juan (1946), obra proyectada para suceder en el cortejo procesional de la madrugada de Viernes Santo a Redención en Zamora que finalmente, gracias a la gestión de José Manuel Magro Espinosa, fue realizada para Crevillente y a día de hoy es una de las piezas cumbres de la imaginería religiosa a nivel nacional; el San Juan de la Tercera Palabra (1947), atribuida a Benlliure por la familia Magro; y la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén (1947), obra póstuma del artista del barrio del Grao concluida, según cuentan, la misma madrugada en la que falleció Benlliure en su residencia de Madrid (09/11/1947). Por otro lado, de su autoría es la imagen de la Patrona del municipio: la Virgen del Rosario (1946), inspirada en un modelo mariano creado en los años veinte.
Pero su obra escultórica para Zamora y Málaga no le abrirían únicamente las puertas de Cartagena y Crevillente. Sin contar la Alegoría de la Fe de la Catedral de Cuenca fechada entre 1901 y 1903, encargo anterior a Redención y demás obras; Benlliure gubió, por citar algunas piezas, el Santísimo Cristo de la Veracruz de Villanueva del Arzobispo (1942); el Cristo Yacente (1942) para la ciudad de Hellín, sobresaliente escultura que intentó adquirir Pío XII para la vaticana Basílica de San Pedro y de la que el mismo autor no quiso desprenderse una vez acabada; el Cristo de la Caída (1942) de Úbeda; la Virgen de la Soledad (1943) para Villanueva de la Serena, urbe de la provincia de Badajoz; la Soletat de Onteniente (1943); la Santa Faz (1944) para la Semana Santa Marinera de Valencia; o el Divino Cautivo (1944) para Madrid. En definitiva, debemos más de lo que creemos a un escultor que en la recta final de su vida, superando los ochenta años de edad y padeciendo problemas de visión, nos legó un buen número de joyas que nuestra generación y las futuras debemos conservar con esmero para no perderlas con el paso tiempo, ya que es de mérito concebir una de las muestras artísticas más sobresalientes de nuestra historia contemporánea teniendo en cuenta dichos factores. Larga vida a Mariano Benlliure en el más allá, en el mundo terrenal te recordamos y valoraremos siempre tu labor encomiable...
Miguel López Alcázar
Estudiante de Historia del Arte en la UMU
Fotografías
Biblioteca Digital de Castilla y León.
Cartel de la Semana Santa de Málaga (Año 1963).
La Ilustración Española (Madrid, 8 de junio de 1884).
Postal antigua del Santísimo Cristo de la Expiración de Málaga.