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lunes, 12 de julio de 2021

El Monasterio de San Ginés de la Jara: Cuna del misticismo en la Sierra Minera


La Torre del Negro en la diputación de El Algar; las ermitas del Monte Miral; los característicos Molinos; las encañizadas de La Manga; el yacimiento arqueológico íbero de Los Nietos, o la Torre del Ramé en Los Alcázares. Seis elementos de un conjunto patrimonial que comparten un elemento histórico: el Mar Menor, la albufera de mayores dimensiones de nuestro continente. Injustamente olvidado durante décadas a pesar de ser un verdadero símbolo identitario del litoral murciano fue el antiquísimo monasterio de San Ginés de la Jara (abajo); levantado entre las poblaciones de El Algar y Los Belones, a orillas del camino que enlaza el campo de Cartagena con Cabo de Palos.


Para conocer el origen del monasterio debemos viajar en el tiempo a la época de las "terceras taifas", al siglo XIII. Corría la primavera del año 1243 cuando en la villa de Alcaraz se acordó el vasallaje de la taifa de Murcia a la Corona de Castilla entre el futuro rey Alfonso X el Sabio en calidad de emisario de su padre Fernando III y un grupo de representantes del emir Abenhudiel, familiar del difunto Ibn Hud; firmando un tratado que permitió la ocupación de la taifa por las tropas castellanas, respetando a los musulmanes una serie de derechos como la libertad de culto. Poco tiempo después de su entrada en Murcia, el infante Alfonso solicitó al Papa Inocencio IV el restablecimiento de la histórica Diócesis de Cartagena, produciéndose la misma a raíz de la bula expedida bajo el título Spiritus Exultante en el verano de 1250. Paralelamente a la restitución de la diócesis, el heredero al trono castellano decide fundar un monasterio a escasos kilómetros de la emblemática ciudad portuaria de Cartagena para establecer en él una comunidad agustina procedente del monasterio de Santa María de la comuna francesa de Cornellá de Conflent. El profesor Juan Torres Fontes publicó en Línea, en 1966, lo siguiente: "Es más que posible que, con el deseo conjuntamente de beneficiar a la Orden de San Agustín, buscara Alfonso X la creación de un centro espiritual que dirigiera y encauzara a los pobladores cristianos que habían acudido a asentarse en aquellas comarcas y al mismo tiempo reanudar el culto que en tiempos visigodos se había mantenido en aquel lugar a San Ginés".

De ser así el deseo del monarca, éste escogió como nuevo enclave agustino el paraje en el que antaño, según la tradición, residió San Ginés de la Jara: el Monte Miral, sito a dos kilómetros de la orilla del Mar Menor en la vertiente norte de la Sierra Minera. Respecto al primitivo edificio, existe la teoría de que se reutilizara una rábita andalusí para alojar a los frailes de la Orden de San Agustín; una teoría que analizándola con detenimiento no es nada descabellada, ya que en una descripción del complejo monástico se cita que el mismo "estaba compuesto por una pequeña ermita adosada o embutida en una sólida construcción a modo de torre fuerte". Si continuamos retrocediendo en el tiempo, en el solar donde se edifica la rábita hubo una villa romana de la que únicamente se conserva una lápida que reza "Caius Niumisius" en el Museo Arqueológico de Cartagena, la cual estuvo adosada a uno de los muros del monasterio. En el año 1397, dada su proximidad a la costa amenazada por los corsarios musulmanes, los agustinos abandonan San Ginés de la Jara y erigen un nuevo convento en la ciudad de Murcia próximo a la primitiva ermita de San Antón; trasladándose años después a lo que hoy en día es la iglesia de San Andrés y la capilla de la Arrixaca (ostentando hasta el siglo XVII la titularidad de la ermita de San Sebastián, demolida para levantar la iglesia de Jesús).

Este escrito no puedo continuarlo sin hacer un alto en el camino y explicar quién fue San Ginés de la Jara, ya que no podemos estudiar la historia de un monasterio levantado con el fin de rendirle culto a este ermitaño sin conocer la vida de este. Cuenta la leyenda que fue sobrino del emperador Carlomagno, por lo tanto era miembro de la dinastía carlovingia y su nacimiento se produciría en la segunda mitad del siglo VIII. Rodeado de lujos, optó por dejar de lado la comodidad y marcha hacia la península en un buque. Cuando la embarcación se aproximó a la costa de Cabo de Palos, corrió el riesgo de naufragar debido a la tormenta que se desató y los tripulantes creyeron firmemente que la alerta de naufragio se debió a la existencia de un pecador entre ellos. De inmediato el noble francés se autoproclamó pecador y haciendo la señal de la cruz se arrojó al mar Mediterráneo, navegando hasta una cala de Cabo de Palos. Una vez en tierra firme, caminó hasta un monte cercano (Miral) y en él quiso instalarse; llevando una vida ascética hasta su muerte, inmerso en un jaral con vistas a la albufera marmenorense. Un buen número de creyentes siguieron su ejemplo; retirándose al mismo cerro que habitó, construyendo una serie de ermitas en esta estribación de la Sierra Minera. De las nueve que se levantaron, la más popular fue la ermita de los Ángeles, supuestamente situada junto a la cueva en la que buscó cobijo San Ginés de la Jara. Otra leyenda que envuelve este paraje es la de esta ermita; la cual narra que fue construida por el mismo Ginés de la Jara con ayuda de los ángeles, habiendo constancia gracias a la inscripción de una lápida de mármol fechada hacia el siglo XIV que en ella recibieron cristiana sepultura algunos ermitaños del Miral.

Volviendo a centrarme en la antigua morada agustina, queda claro que los testimonios que afirman que San Ginés de la Jara fue el fundador del monasterio homónimo son erróneos. Lo correcto sería decir que fue el precursor de una comunidad de anacoretas que tomó de modelo su filosofía vital, erigida en el cerro donde se retiró en el siglo VIII. Los agustinos, décadas antes de su marcha a Murcia, acogerían al mártir Juan Lorenzo de Cetina; asesinado en 1397 por orden del sultán nazarí Muhammad VII en la Alhambra de Granada.


En 1493, el monasterio quedó bajo el poder de los Franciscanos gracias a la gestión de Juan Chacón (adelantado mayor del Reino de Murcia), mediante la cual logró que el Papa Inocencio VIII emitiera una bula el día 10 de febrero de 1491 en la que se concedía el Patronato de San Ginés de la Jara al adelantado murciano y herederos; de ahí que figure el escudo del Marqués de los Vélez (el primero en ostentar el título nobiliario fue Pedro Fajardo, hijo de Juan Chacón) en la portada principal junto al emblema de la Orden de San Francisco. Esta fachada es la única de estilo renacentista conservada en el complejo.

El monasterio de San Ginés de la Jara bajo control franciscano se convierte a principios del siglo XVI en punto de llegada de la solemne procesión que partía en la madrugada del Viernes Santo desde la Catedral Vieja (actualmente en ruinas a causa del bombardeo de la Legión Cóndor de 1936) hasta el monasterio con un Cristo bajo la advocación del Socorro y otra imagen mariana; cruzando el cortejo la desaparecida puerta de San Ginés, en la que se iniciaba el camino que conducía al cenobio (parte de ese trayecto en la actualidad es la carretera que atraviesa La Unión, El Algar, Los Alcázares y San Javier; entre otras poblaciones).

La importancia del monasterio alcanzó su punto álgido cuando el Papa Paulo III proclamó Santo al eremita Ginés de la Jara en 1541, justamente cuatro años antes del inicio del reforzador periodo de la Contrarreforma; marcado por elevar a los altares a diversas figuras que merecían la santidad por haber llevado una vida entregada a la religión. Esto fue uno de los puntos que emplearía el Papado como signo de fortaleza de la doctrina católica frente al Protestantismo predicado por el gran teólogo alemán Martin Lutero y defendido en Las noventa y cinco tesis (1517). Por otro lado, el siglo XVI fue una época de continuos ataques protagonizados por piratas berberiscos, sufriéndolos especialmente la costa marmenorense. A la vez que se levantaban torres-vigía como la del Negro (El Algar) o la del Estacio (La Manga); los monjes Franciscanos reforzaron los muros para transformar el monasterio en un albergue para peregrinos, ocultándolos de la amenaza islámica.

En el siglo XVII, el Padre Diego de Arce promovió una serie de reformas que dotaron al monasterio su fisionomía actual; levantando el templo actual de una única nave con capillas laterales adosadas y coro. En la segunda mitad de la centuria se llevan a cabo obras en el claustro. En el Archivo General de la Región de Murcia podemos consultar documentos acerca de las reformas del monasterio en el siglo XVII como el poder del síndico Juan Carlos Tacón al cargo homónimo de los Franciscanos de Lorca para cobrar a un vecino de dicha ciudad lo que debía de cal para la obra del monasterio; así como otro poder de Tacón a un carretero de Bullas para el traslado de más de una veintena de cargos de madera a San Ginés de la Jara. Citando a Juan Carlos Tacón debo añadir que fue alguacil de la Santa Inquisición, tribunal establecido en 1478 por los Reyes Católicos con el objetivo de perseguir aquellas doctrinas contrarias a la fe católica defendiendo la unidad religiosa. San Ginés de la Jara fue un enclave perfecto, retirado de la ciudad de Cartagena, para que el Santo Oficio aplicara su macabra política contra los acusados de herejía.


En 1777 fue aprobada la Real Orden de Carlos III que prohibía los retablos de madera, por lo que la alternativa fue realizar pinturas fingidas que emularan los materiales empleados para la construcción de un retablo. El reconocido pintor italiano Pablo Sístori sería el encargado de la decoración del Altar Mayor del monasterio (arriba), la cual presenta hoy en día un lamentable estado de conservación frente a otros extraordinarios trampantojos de Sístori como los de la iglesia de Santa Eulalia o el Conjunto Monumental de San Juan de Dios, ambos templos sitos en Murcia. Deteniéndonos en el engrandecimiento patrimonial del monasterio, los frailes encargaron al afamado escultor toledano Juan Pascual de Mena una imagen de San Ginés, venerada en la iglesia conventual incluso después de la marcha de la orden religiosa guardiana.

Después de varios siglos recibiendo peregrinos al custodiarse entre sus muros los restos mortales de San Ginés de la Jara, los Padres Franciscanos se vieron obligados a abandonar su monasterio a causa de la aprobación la Ley desamortizadora promovida por el ministro Álvarez Mendizábal en 1835. Seis años después, el inmueble fue subastado públicamente y adquirido por la familia Stárico. A la vez que la ruina se adueñaba del antiguo monasterio, en la ciudad de Cartagena se tomó la decisión de fundar una cofradía para rendir culto a San Ginés de la Jara, Patrón de la ciudad portuaria desde la epidemia acaecida en el año 1677 que acabó con la vida de un elevado número de niños; erigiéndose la nueva institución religiosa en la Catedral Vieja. En 1917, año de la fundación de la cofradía, los concejales presentarían una moción para rebautizar la actual plaza de San Ginés como "plaza de San Ginés de la Jara" para evitar confusiones con San Ginés de Arlés; y se realizó una nueva imagen del Santo firmada por los hermanos Sánchez Araciel en su taller de Murcia.

En el año 1930, un articulista murciano colaborador de un diario madrileño propuso que la obra de rehabilitación del histórico monasterio contara con el mecenazgo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; aunque no estuvo mal la alternativa dada por la redacción de La Verdad de Murcia, sugiriendo que si no se acordaba nada con dicha institución que actuara el mismo Estado y declarara Monumento Nacional el cenobio. No se llegó a ningún acuerdo.

Los convulsos años de la República pusieron en jaque la devoción del pueblo cartagenero a San Ginés de la Jara. En 1932, un concejal socialista presentó una moción para retirar el título de la plaza de San Ginés y sustituir el nombre por el del ministro y periodista Marcelino Domingo. Esta decisión suscitó gran descontento entre los devotos, incluso La Verdad reflejó su descontento publicando un artículo como signo de refuerzo de la fe por el Patrón de la ciudad portuaria frente al anticlericalismo promovido por la extrema izquierda. Volviendo al paraje de San Ginés de la Jara, el monasterio fue adquirido en 1933 por Manuel Burguete. Éste emprendió una reforma desde la más pura ignorancia; la cual afectó a estancias como la capilla de la Gloria o el claustro (abajo), el cual adoptó la estética de un patio andaluz decorado con azulejos. En esta intervención, lo que verdaderamente sorprendió a Burguete fue el hallazgo de infinidad de huesos en la cripta, iglesia y el huerto; entre ellos los restos de San Ginés de la Jara, profanados y enterrados en el oratorio tras el Altar Mayor. Actualmente no se conserva el cadáver del eremita en el monasterio.


Con el fin de la Guerra Civil, el monasterio cambió de propietario pasando a las manos de la familia González de Urbieta; la cual sufragó la restauración del complejo, en estado de ruina a pesar de la reforma emprendida por Manuel Burguete en 1934. El diario La Verdad de Murcia informó que los nuevos dueños supieron "conservar cuanto respetó la acción demoledora del templo". La llegada del General Franco a la Jefatura del Estado implantaría el Nacionalcatolicismo, pilar clave del régimen; reactivándose la devoción a San Ginés de la Jara recuperando la celebración de la romería hasta el monasterio el día 25 de agosto y la Eucaristía previa a la peregrinación, sin olvidar el encargo de una imagen del eremita al escultor valenciano José Alfonso Rigal con destino a la plaza de San Ginés.

En 1944, la prensa vuelve a presionar para que el monasterio sea declarado Monumento Nacional; al final de un artículo en el que se detallan los actos celebrados con motivo de la festividad de San Ginés de la Jara, entre los que figura una función religiosa en la iglesia del cenobio gracias a las facilidades ofrecidas por los González de Urbieta. En 1952, la romería fue suspendida por vicisitudes ajenas a la comisión organizadora de las fiestas de San Ginés de la Jara, limitando la celebración a una solemne función religiosa en la ciudad de Cartagena. En el año 1956 se celebraría una Misa en el monasterio, en la que participó la desaparecida Banda de Cornetas y Tambores de la Cruz Roja; precediendo a la romería vespertina.

En 1969, la Asociación de Amigos de los Molinos anunciaron en Línea que celebrarían la festividad del Patrón de Cartagena organizando una serie de actos tanto en el monasterio como ante la estatua del Icue realizada por Manuel Ardil Pagán ese mismo año. En 1972, la Asociación de Amigos de los Molinos estuvieron presentes en la ofrenda del cirio a San Ginés de la Jara; adornando el Presbiterio del monasterio homónimo con una maqueta de los molinos repartidos por el campo de Cartagena.

En 1973 volvió a celebrarse la ofrenda a San Ginés de la Jara en el monasterio, aunque lo curioso es que en el artículo publicado en Línea el 26 de agosto de ese año se cita que el acto del encendido del cirio vino a sustituir a la tradicional romería, la cual seguramente dejara de celebrarse en la década de los sesenta. Incluso en una nota de prensa del año 1975 se menciona que antaño, la imagen de San Ginés de la Jara (abajo) era procesionada por el huerto del monasterio "entre naranjos y limoneros, y la rica uva de sus parrales". Por ello, la Asociación de los Amigos de los Molinos quiso celebrar una misa de despedida en el Monte Miral y posterior romería hacia Cartagena en un intento de recuperar el esplendor de la fiesta del Patrón en la víspera de su onomástica. No se recibió respuesta del entonces propietario del monasterio, el señor Meseguer.


En el año 1976, los devotos expresaron su descontento en lo referente al monasterio. Frente a la respuesta de Meseguer de no abrirlo debido a su estado de deterioro, el pueblo únicamente pudo ver la talla del eremita a través de una rendija de la puerta de la iglesia, teniendo que depositar las flores a modo de ofrenda en la entrada al ser imposible el acceso al edificio. Por otro lado, un articulista de Línea expuso una idea que, de haberse llevado a cabo, hubiera sido más que acertada: rehabilitar el monasterio de San Ginés de la Jara como parador turístico, convirtiendo "las celdas en dormitorios, el refectorio en comedor, las balsas en piscinas (...) Fundiríamos lo bello con lo útil y devolveríamos a nuestra patria chica una de sus cosas, a la que tiene pleno derecho".

Si la zona en el siglo XVI estuvo marcada por los saqueos de los piratas berberiscos, el último del segundo milenio en San Ginés de la Jara lo estuvo por otro tipo de robos, supuestamente perpetrados por anticuarios y coleccionistas de obras de Arte; los cuales se adueñaron de algún que otro tesoro conservado en el antiguo monasterio. Dando mi punto de vista, no hubiese estado mal conformar una colección de las piezas conservadas en vez de convertirlas en objeto de compraventa para quedar expuestas en un espacio musealizado adecuado.

En el año 1979, la Comisión Local del Patrimonio Histórico-Artístico de Cartagena elaboró una lista en la que se incluye al monasterio de San Ginés de la Jara para agilizar los trámites de la declaración de Monumento Histórico-Artístico; incoándose su expediente en junio de 1981. El 1 de diciembre de ese mismo año, la Comisión Permanente del Excmo. Ayuntamiento de Cartagena recibió la noticia de la declaración de Monumento Histórico-Artístico del monasterio (22 de octubre de 1981).

En 1985 hay constancia de que los festejos en honor a San Ginés se retomaron "hace tres veranos", por lo que supuestamente volvería a celebrarse la romería al monasterio en 1982. El problema que hallaron los peregrinos a mediados de la década de los ochenta fue la condición impuesta por el arrendatario del antiguo huerto de los monjes al Ayuntamiento: un pago de 500.000 pesetas como indemnización por el robo que sufrió en su limonar por parte de algunos romeros en agosto de 1984. El consistorio cartagenero se negó, por lo que en el año 1985 no se llevó a cabo la ofrenda en la iglesia del monasterio. En 1986, la romería no finalizó en San Ginés de la Jara a pesar de la buena voluntad del arrendatario del huerto, ya que el dueño del monasterio no apareció para autorizar el acceso a los romeros; por lo que la ofrenda floral se hizo a la talla ubicada en la cartagenera plaza de San Ginés. La novedad de la romería de ese año fue el estreno de una imagen gubiada por Manuel Ardil Pagán (en 2015 fue estrenada la actual de Ramón Cuenca). En el año 1987 comienzan a celebrar la fiesta los romeros por primera vez en la explanada habilitada al pie del Monte Miral.

En 1992, el monasterio de San Ginés de la Jara y las ermitas del Monte Miral fueron declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), en parte debido al esfuerzo del Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Murcia; sosteniendo que debía ser declarado BIC por su valor histórico-cultural. Dado su estado ruinoso y expolio del patrimonio que albergaba en su interior, el monasterio fue incluido en la Lista Roja de Patrimonio por la Asociación Hispania Nostra, aunque fue retirado de la misma nada más iniciarse las obras de rehabilitación en 2012. Hoy en día, el viejo monasterio de la carretera de Cabo de Palos contempla cada mes de agosto a lo lejos, al otro lado de la actual autovía de La Manga al pie del Monte Miral, a aquellos romeros que décadas atrás lo frecuentaban y rendían honores a su Patrón. Esperemos que en un futuro no muy lejano, los murcianos podamos disfrutar de este idílico enclave en el que se esconden siglos de historia entre sus muros.


Miguel López Alcázar
Estudiante de Historia del Arte en la UMU


Fuentes consultadas

Decreto 24/1992, de 28 de febrero, del Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de la
Región de Murcia, por el que se declara Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento
el Monasterio de San Ginés de la Jara y Ermitas del Monte Miral en Cartagena (Murcia).

Archivo General de la Región de Murcia:

Poder de Juan Carlos Tacón, vecino de Cartagena, síndico del Convento de San Ginés de la Jara,
a Juan Morales Gris, síndico del Convento de San Francisco de Lorca, para cobrar a Juan Simón,
vecino de Lorca, lo que debía de cal para la obra del convento. Año 1665.
Poder de Juan Carlos Tacón, regidor perpetuo de Cartagena, alguacil mayor del Santo Oficio y síndico
del Convento de San Ginés de la Jara, a Juan del Amor, carretero de bueyes vecino de Bullas. Año 1667.

Archivo Municipal de Murcia (AMM):

El Diario de Murcia, 25/01/1896. Pág. 1.
La Verdad de Murcia, 08/03/1930. Pág. 2.
La Verdad de Murcia, 03/04/1932. Pág. 2.
La Verdad de Murcia, 23/08/1935. Pág. 6.
La Verdad de Murcia, 22/08/1940. Pág. 6.
La Verdad de Murcia, 15/08/1943. Pág. 7.
La Verdad de Murcia, 16/08/1944. Pág. 3.
Línea, 26/08/1952. Pág. 7.
Línea, 23/08/1956. Pág. 9.
Línea, 11/09/1966. Págs. 26-28.
Línea, 04/07/1969. Pág. 9.
Línea, 17/09/1969. Pág. 6.
Línea, 27/08/1972. Pág. 8.
Línea, 26/08/1973. Pág. 10.
Línea, 21/03/1975. Pág. 30.
Línea, 02/08/1975. Pág. 13.
Línea, 24/08/1976. Pág. 12.
Línea, 27/08/1976. Pág. 4.
Línea, 07/04/1979. Pág. 11.
Línea, 13/05/1979. Pág. 13.
Línea, 13/06/1981. Pág. 9.
Línea, 02/12/1981. Pág. 11.
Hoja del Lunes, 23/08/1982. Pág. 9.
Línea, 23/01/1983. Pág. 10.
Hoja del Lunes, 26/08/1985. Pág. 10.
Hoja del Lunes, 25/08/1986. Pág. 8.
Hoja del Lunes, 24/08/1987. Pág. 11.

Fotografías

Francesc Roca Catalá.
Página de la Cofradía de San Ginés de la Jara.

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